Todo empezó una plácida tarde de principios de verano cuando al terminar un servicio fotográfico, un “cliente” me pregunta: “¿Haces factura?”.
“¿Acaso me vio cara de panadero?” me pregunté para mis adentros en un primer momento, antes de comprender un momento después a qué apuntaba su pregunta.
Tal era mi desconocimiento sobre el asunto que no solo dije que No si no que di a conocer mi ignorancia absoluta con un: “¿Cómo se hace eso?”.
“Tenés que tener un talonario con recibos de pago”.
“Mirá que interesante”.
“Bueno, por ahora hacemos sin, pero tratá de conseguir para los próximos laburos”
Pasé los días siguientes en averiguar como obtener uno de esos maravilloso talonarios (que entre otras cosas me iban a otorgar la sensación de ser un profesional) y luego de consultarme con quién se me cruzara por el camino llegué a la verdad:
Para poder tener mi propio talonario tenía que ser MONOTRIBUTISTA!
En pocas palabras: Pagar impuestos!
Y en más palabras: darle al estado parte de mis ganancias para que con ellas pueda sustentar (entre otras cosas) los financiamientos a los medios de trasporte, a la electricidad y, aún más importante, a la ciencia, a la universidad y la educación pública en general.
No entraré en el mérito de cómo se distribuyen las ganancias derivadas de impuestos (asunto sobre el que he reflexionado estos días) solamente diré que, dentro de todo, me entusiasmaba un poco la idea de poder contribuir, con mi pequeño aporte, al progreso de la nación y sobretodo al pago de mi educación la cual me está saliendo gratis.
Ya no era solamente tener un talonario con recibos.
Pero ¿qué es el monotributo?
Bueno, luego de investigar, me entero que el monotributo es un dinero que uno le paga a la agencia impositiva. No es un impuesto que va en función del porcentaje que ganes, si no más bien, una cuota fija que pagas todos los meses aunque no hayas ganado nada de nada.
En el imaginario de cualquier mente ingenua uno supone que entre las pocas cosas que generalmente uno nunca rechaza, se encuentra el dinero. Sucio, frío, infecto y envenenado; sin embargo frente a unos billetes (y sin razones éticas para rechazarlos) uno nunca se resiste demasiado.
Con la misma lógica inmaculada supuse que el primer interesado en recibir mi dinero (el mismísimo estado) no se iba a oponer a que yo le pague. Con lo cual pasé el verano de viaje con la ilusión de que a mi regreso, en cuanto dispusiera de una mañana, iba a poder ir a firmar 4 papeles que me habilitarían a depositar plata en alguna cuenta estatal.
Ni bien tuve una mañana libre de hecho, fui a averiguar qué hacía falta para empezar los trámites:
.DNI
.Alguna cuenta de algún servicio que esté contratado a mi nombre
.Constancia de domicilio
Nada tan terrible:
Lo primero me costó un año y medio conseguirlo, pero ya lo tenía.
Para lo segundo, por suerte, contaba con mis facturas del celular.
Y para el último requisito tenía que irme a la comisaría a 20 cuadras de mi casa para pedirles que me manden un papel a mi casa en donde dijera que yo vivía ahí.
Ese último detalle demoró el trámite un mes más ya que era un milagro que encontrara horas en una mañana de día hábil para ir a hacer trámites.
Cuando finalmente pude llevar todo, el trámite en AFIP fue muy veloz.
Pero todo esto escondía una trampa siniestra.
Abro una paréntesis:
Si a usted le dan el siguiente problema a resolver ¿Qué solución propondría?:
“En una oficina con 3 empleados nunca se llegan a atender a todos los clientes que vienen en el día y los mismos deben esperar mucho para ser atendidos. ¿Cómo mejoraría el servicio?”
Cualquier boludo contestaría: “Aumentando la cantidad de empleados”
Algún que otro sofisticado podría proponer: “Además de aumentar el personal, se podría diferenciar las ventanillas por tipología de asunto, de manera que los que deben hacer cosas rápidas, no pierdan tiempo”
Otros propondrían cosas más o menos similares… Pero solamente un GENIO podría ser lo suficientemente perverso y sádico como para maquinar la siguiente solución:
“Para qué pagarle a otro profesional para que haga un trabajo que el mismo cliente puede hacer por si mismo demorándose 8 veces más?”
Es decir: para qué perder poco tiempo nosotros si podemos hacerle perder el doble a otro.
Esa es la razón por la que me demoré tan poco e las oficinas del AFIP
Cierro paréntesis y continúo.
Superada la sorpresa de no encontrar casi fila, empecé a vislumbrar el plan maléfico, que se ocultaba de tras de tanta facilidad, cuando me sacaron una foto, me tomaron una huella digital y me hicieron poner una firma en una pantallita y se me dijo: “Bueno listo, ahora te voy a pasar una clave para que te puedas anotar a la página y de ahí podes hacer todos los trámites por Internet”.
Con esa simple frase el empleado público simplificó todas las complicaciones futuras y se liberaba de todas sus responsabilidades encerrándolas en un código de 6 dígitos que me transmitía través de un papel en donde dicho código había sido impreso.
Luego yo hubiera debido cambiarlo cuanto antes para entrar a la página de forma “segura” y acceder a MI cuenta, para hacer MIS tramites y solucionar lo que ya habían pasado a ser MIS problemas.
En conclusión, ese día entré feliz al AFIP con mis papeles y la ilusión de poder cerrar el trámite para PODER PAGAR y salí con más papeles y la certeza de que mi pequeña odisea recién había comenzado.
Como me había llegado de algún lado que la inscripción al monotributo implicaba elegir una obra social (cosa que nunca tuve en estos 4 años en el país) tardé unas semanas en volver acceder a mi cuenta (luego del primer acceso para cambiar la clave) porque antes quería averiguar cual me convenía.
“Total – pensaba – es rápido, es todo por Internet” encima, es para pagar! ¿Cuantas más dificultades podían haber?”
Un día hablando con un amigo sobre monotributos y obras sociales por fin me decidí a cerrar todo. Ese mismo día descubrí que la categoría más baja ya no existía más. Es decir, para monotributo existen varias categorías en base a tus ganancias totales en el año:
Hasta 12.000 pagas tanto, hasta 24.000 pagas otro tanto, y así sucesivamente hasta que ya pasas a pagar un porcentaje.
Yo me iba a anotar a la de 12.000, pero justamente esa es la que se suprimió corroborando otra vez la ley de “el que menos tiene más paga”.
Luego del precioso consejo y la nefasta noticia tardé una semana más antes de encontrar el tiempo de sentarme a seguir con el trámite ya que también había descubierto que luego de ingresar todos mis datos y darme de alta, tenía que imprimir mi credencial, plastificarla e ir a una imprenta para que me hicieran el famoso talonario! (¿Se acuerdan que todo esto empezó porque yo quería un talonario?)
Y llega el día de hoy en que lleno de ilusiones pensaba poder cerrar todo.
Si uno alguna vez tuvo que seguir alguna práctica burocrática en la realidad (como por ejemplo conseguir DNI nacional) entenderá realmente a qué me refiero cuando uso la palabra “laberinto”.
Pero nadie podría imaginar como lograr ese mismo efecto a través de una página web.
Nadie ecepto los genios del AFIP.
En la práctica página para dar de alta la propia condición de monotributista lo primero que se le abre al incauto novato es una lista de servicios entre los cuales aparece una pestaña que dice ‘monotributos’.
“Práctico y directo”, pensé. Pero no.
(Cabe aclarar que en esa página los trámites en realidad NO los hace uno mismo.
Oficialmente es un representante. En mi caso mi representante soy yo.
Pero para AFIP yo no soy yo, si no el representante de mi mismo.)
Al ingresar, me pide algunas cosas para generar una declaración jurada pero al dar el primer click me dice “acceso denegado, no hay empleo designado”.
Pero tampoco me sugiere dónde tengo que ir a designar mi empleo.
Luego de intentar con todas las pestañitas caigo en una que justamente sirve para designar qué tipo de trabajo hago… pero también me deniega el acceso después de pocos pasos. Esta vez es por “falta de confirmación de datos” o algo así.
Entonces descubro que tengo que ir a otra pestañita más en donde dice: “Aceptación de datos Biométricos”. Ahí es donde aparecen la foto que me sacaron en la oficina y la firma que hice y en esa página yo tengo que decir: “sí, el de la foto soy yo, ese es mi nombre y aquella es mi firma” o mejor dicho: “Sí, aquel es Mi Mismo, el hombre que yo represento, y aquella es su firma”.
Debo suponer que esa parte del trámite la pusieron en visión de la posibilidad de que hagas TODO desde tu casa: que subas tu foto, pongas tus datos y agregues info personal al estilo FaceBook. Pero todavía no se animaron a dar EL paso y te hacen pasar por la oficina.. casi como una formalidad.
De otra manera no entendería la razón por la cual se me hace ir hasta una oficina del afip para que me saquen fotos, me tomen datos y me den una clave secreta para que yo luego tenga que ir a confirmar desde mi casa que efectivamente era yo el tipo al que le dieron la clave :/
Pero lo que nunca dejó de generarme inquietud era esa palabra: “biométrico”
¿Qué necesidad?
Luego entendí que esa palabra se inventó para que a uno no se le ocurra de entrada que es ahí en donde se debe confirmar la propia identidad. Si hubieran escrito en rojo: “Antes de empezar confirma tu identidad” era demasiado directo.. grosero.
En fin, confirmada la identidad de Mi Mismo (la página te va llevando a un desdoblamiento de la personalidad) pude acceder a la lista en donde tenía que buscar a qué rubro pertenece mi representado (Servicios Fotográficos) para luego acceder POR FIN a la otra sección de monotributo en donde ya podía pasar a la etapa sucesiva para confirmar que las ganancias anuales de Mi Mismo son pocas.
(Recuerdo que todos estos datos ya eran notos porque los había confirmado en un formulario en las oficinas de la AFIP).
Una vez obtenido mi carnet de monotributista me fui feliz a la imprenta para que me plastificaran la credencial y me imprimieran las facturas.
“NO”
“¿Cómo que no?”
“No, para imprimir facturas tenes que tener el carnet de monotributista Y el de Ingresos Brutos”
“¿Ingresos qué?” ni bien terminé de formular la pregunta.. Volvió a mi mente un párrafo en un sitio Internet en donde mencionaba ese detalle.
“Averigua en Rentas, todos tienen que pagar eso además de monotributo” siguió comentando el ‘imprentista’ (o imprentor; en algunos países se le dice impresor y si es mujer impresora).
Volví a mi casa frustrado y empecé a buscar información en la red sobre qué cuernos era lo de ingresos brutos y efectivamente en todos lados (reconozco mi falencia) decía que luego de haber dado de alta el monotributo, había que registrarse a ingresos brutos. Era otro tramitucho rápido que se podía resolver por Internet.
SOLO necesitaba una clave.
En el sitio del gobierno de la ciudad hay una ventanita en donde para ingresar necesitas tu CUIT y un código… de no ser que sea la primera vez que ingresas.
En ese caso debes habilitarte a través del sitio de la AFIP!
Fue así que volví a lo mismo.. (como un perro mordiéndose la cola) y en este punto llega el súmmum de la paradoja:
El sitio del gobierno de la ciudad me denegaba el acceso porque debía habilitar una clave. Esta clave servía para verificar que yo mismo le había dado el permiso a mi mismo para representarme!
Así es! En el sitio del AFIP hay una parte en donde tengo que hacer un trámite en donde Mi Mismo avala que su representante (o sea YO) autoriza a mi persona a actuar en su nombre.
Después se preguntan por qué la gente tiene trastornos en la personalidad.
Toda esta engorrosa sucesión de licencias servían para habilitar una miserable clave con la que puedo entrar en la página de rentas y seguir tramitando modalidades de pago.
Según dice la misma página del gobierno de la ciudad, luego de conseguida la clave tengo que ir al “Portal de Rentas” para hacer los trámites e imprimir mi credencial y el formulario de declaración jurada para ir al Banco de la Nación a pagar 15 fucking pesos.
No se por cual razón pero “Portal de Rentas” me suena a ese lugar de la Historia Sin Fin en donde el protagonista tiene que pasar entre dos estatuas gigantescas antes que se les abran los ojos de un azul luminoso y empiecen a lanzar mortíferos rayos de luz.
En fin, en el sitio del gobierno de la ciudad hay un instructivo que te dice lo que hay que hacer para pagarle a rentas, y entre otras cosas está el link a este “Portal de Rentas”.
Muy poco agradable fue mi estupor al descubrir que dicha página no se abre.
Mi teoría es que no tengo el alma suficientemente pura.
Pero según mis browsers (tanto Chrome, como Explorer) la página (al igual que las estatuas de Fantasia) no existe.
O sea que el trámite para poder pagar se trunca en una página que no existe.
Pero como todas las cosas esto tiene un lado bueno y un lado malo.
El lado bueno es que desde hoy a la tarde tengo un representante a quién voy a poder designar para que mañana me averigüe personalmente ante las autoridades de la AFIP que mierda está pasando.
El lado malo es que mi representado me acaba de delegar la responsabilidad de ir mañana a averiguar personalmente ante las autoridades de la AFIP que mierda está pasando.
Saludos cordiales,
Leonardo, representante legal de si mismo.