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¡ATENCIÓN!
Si lees algo y lo vas a leer hasta el final y/o si te sirvió de algo una vez leído lo que escribí, o transcribí, o traduje (para bien o para mal)
sería muy bueno si dejaras tu huella entre los comentarios... aun que sea nada más que tu nombre, tu país de origen y/o posiblemente una página que tengas (ya sea blog, flickr, fotolog etc..). Todo lo de más (como opiniones, especificación de "para que me sirvió esto" y de más detalles que creas relevantes) será bienvenido, pero con lo antedicho yo ya me conformo. Muchas Gracias! (:
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viernes, 18 de diciembre de 2009

Quema de Maquetas 2009

(todo lo que escribiré a continuación representa una formulación totalmente personal que está lejos de quererse hacer vocera de las líneas de la cátedra en la cual cursé diseño arquitectónico.. probablemente coincida en muchas partes pero estoy convencido de que, dada mi condición de estudiante de Arq II, carezco del conocimiento suficiente para poder manejar con rigor los conceptos necesarios para poderme enfrentar a un tema tan amplio cual es la enseñanza de una metodología proyectual; sin embargo me parece interesante poner por escrito, llegado a esta etapa, lo que se va perfilando como mi pensamiento al respecto)



Volatilizándose al viento, fugaces cuales el proyecto que representaron, desaparecieron dignamente las maquetas de este año alimentando un fuego que luego serviría para cocinarnos un rico asado acompañado por un buen vino.
Creo que ese gesto contuvo mucha simbología.
Por un lado desacralizó las maquetas como finalidad*; por otro, de alguna manera, aún en su última instancia, aquellas maquetas nuevamente sirvieron para nutrirnos.Es interesante remarcar como también en ese sacrificio final se vio reforzada su función: es decir (y lo digo sin temor a caer en la obviedad) que no comimos las maquetas en si y sin embargo éstas nos alimentaron: encendieron el fuego que cocinó aquello de lo que luego nos nutrimos (lo formulé así para dejar espacio a la ambivalencia).
Queda así definido y cobra valor lo que quise entender como concepto de ejercicio arquitectónico el cual incluye la maqueta no como una finalidad si no como una herramienta de búsqueda tal como podría serlo un croquis o una planta: tal como estos dos nace la maqueta: en el mismo instante en el que empieza el acto proyectual. Automáticamente unos cuantos cartones inteligentemente pegados empiezan a formar el “embrión”: en un embrión está todo sin estar terminado todavía. El embrión no está completo pero está sano; “sanamente incompleto” diría alguien. Ese mínimo objeto embrional luego puede transformarse en una foto o un trazo (hasta puede haber sido un trazo antes de ser objeto), para luego transformarse en una planta o un corte y crecer, como todo organismo.
Claramente, y siguiendo el mismo paralelismo: antes del embrión está la madre.
Hay un útero, es decir, existe otro organismo que lo contiene… hay un entorno ya definido en el cual se desenvuelve el embrión y sin el cual éste no existiría. Digo esto porque antes de generar algo debemos ser concientes del contexto en el que este algo va a crecer y esto implica recrear este contexto para, en él, empezar a imaginarnos la obra.
Es fundamental ser precisos en esta primera etapa y al hablar de precisión no me refiero a la meticulosidad en copiar la realidad tal cual es si no en reconocer, reinterpretar y formular un lenguaje coherente y acorde con el contexto del proyecto. Entender este lenguaje (íntimo y personal en su estética y objetivo en su contenido) es la clave para develar el entorno en su esencia y reconocer así su materialidad, sus formas y sus relaciones (cosas que debemos tener siempre presentes).
Con ese tipo de precisión es que se trazan las primeras líneas del territorio e inmediatamente se empieza a construirlo al territorio. Y adentro de ese territorio, en el útero representado digamos, es donde se empieza a vislumbrar el embrión y es ahí adentro (y solo ahí) en donde está listo para generarse y crecer.
La labor del proyectista entonces es el de dar crecimiento a este organismo que se da a través de una constante búsqueda de algo que en realidad ya está ahí latiendo y que simplemente debemos encontrar de todas las formas que nos sean posibles.
Hay que cuidarse, en esta búsqueda, de no perder el dominio sobre lo que estamos haciendo y de reconocer las ventajas y los límites de cada medio que estemos manejando. Así cuando el simple dibujo ya no nos da las respuestas que estamos buscando, debemos materializar las ideas en el espacio, con material, con espesor, con peso. La cualidad de los espacios, así como la de los materiales y las partes, se pueden representar en los dibujos, pero solo se ven en la maqueta así como su mutua relación (siempre y cuando, se sobrentiende, la precisión sea la suficiente).
La resolución de los encuentros entre las partes, por ejemplo, solo es posible conociendo cuales son los problemas que esos encuentros generan y la única manera de dar forma a esos problemas es a través de la materialización del objeto cuya construcción, a su vez, nos sugerirá las posibles soluciones que ya estarán listas para ser buscadas nuevamente en el dibujo (siendo que el trazo es más ágil).
Cuando hablo de dibujo también hay que distinguir entre qué estoy dibujando, la planta de respuesta a ciertos problemas, los cortes a otros, las vistas a otros más y todos se complementan y es útil generarlos a la vez.
Y así la mente piensa mientras la mano busca en una ida y vuelta constante entre imaginación y representación. Busca en un corte, encuentra en una maqueta, descubre en una planta, valora en una vista, descansa en montaje fotográfico, y no hay uno sin el otro y en cada uno está la posibilidad de encontrar lo que se buscaba en el otro. Así hasta el final crece todo a la par, tanto en detalle como en escala: cada vez más precisos. Esa es la forma con la que se me enseño (CREO) a entender y procesar un proyecto.
Qué reductivo resultaría entonces privarse de algunas de estas partes, así como no ahondar demasiado en la búsqueda adentro de alguna de estas herramientas.
Esos dibujos limpios ¿qué tanto sirvieron para encontrar el peso de cada elemento?
Esas maquetas intactas, ¿qué tanto fueron indagadas?
Qué reductivo me parece dedicar horas de estudio (porque eso son las horas de un estudiante en época universitaria) a la mera resolución estética de un objeto que representa lo que ya con elocuencia los dibujos están representando; sobretodo cuando esas mismas horas podrían dedicarse a seguir profundizando sobre el significado del proyecto o mismo mejorando sus proporciones y relaciones.

Y dicho esto, luego de la entrega final del proyecto (qué más que un proyecto yo imagino ser la entrega de una instancia de búsqueda), ¿qué mejor ritual que dar por acabada esta búsqueda a través de la desintegración de una de sus partes más efímeras?
















*dicho todo lo dicho casi no hace falta aclarar que cuando me refiero a “maqueta como finalidad” identifico aquel proceso en el cual la maqueta no participa realmente de la parte proyectual si no que siempre se la usa como una instancia de representación estética final.





Saludos y perdones por el lenguaje un poco técnico.




Leo

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