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Si lees algo y lo vas a leer hasta el final y/o si te sirvió de algo una vez leído lo que escribí, o transcribí, o traduje (para bien o para mal)
sería muy bueno si dejaras tu huella entre los comentarios... aun que sea nada más que tu nombre, tu país de origen y/o posiblemente una página que tengas (ya sea blog, flickr, fotolog etc..). Todo lo de más (como opiniones, especificación de "para que me sirvió esto" y de más detalles que creas relevantes) será bienvenido, pero con lo antedicho yo ya me conformo. Muchas Gracias! (:
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miércoles, 9 de enero de 2008

Una Nueva Conciencia


Yo, como hombre

Yo, veo el mundo
Como un desierto de antiguas ruinas

Yo, veo a un hombre
que toca el fondo
Pero quizás a lo malo nunca hay límite

Por mientras la vida no se rinde
y la gente está muy ocupada:
Muchos compromisos,
muchas historias
con la inútil idea de colmar
la falta
de una nueva consciencia
de una verdadera consciencia.


Es como si debiéramos llenar un vacío profundo... entonces le ponemos adentro:
Restitos de catolicísimo, pedacitos de social, trozos de viejos ideales, un poco de antirracismo y algunos arbolcitos por acá
y por allá...



La decadencia que vivimos
es un malestar que nos toma de a poco;
es una especie de ausencia que cuenta con una pausa obligada:
es la historia que medita...
pero es como si se hubiese dormido.

Estamos vivos
a pesar de que no lo parezcamos
Como hombres al mínimo histórico
de consciencia.

Como hombres al mínimo histórico de consciencia.


Es como si la vieja moral no nos bastara más.
A cambio, se está difundiendo una nueva
que consiste en tomar en consideración más que nada los deberes de los de más... hacia nosotros.
Puede parecer raro pero se está volviendo fuertemente moral todo lo que nos conviene... ¡Muy buen negocio!



La decadencia
que padecemos
es un tobogán,
que baja lentamente.
Es una nueva experiencia
que te quita cualquier entusiasmo
y a lo largo modifica
tu metabolismo.

Estamos acá quietos
a pesar de la grave emergencia
como hombres al mínimo histórico
de consciencia

como hombres al mínimo histórico de consciencia.


Y pensar que bastaría poquísimo. Bastaría mover apenas nuestro ángulo visual.
Ver las cosas como si fuera la primera vez. Dejar a un costado todo el conformismo de que está impregnada nuestra existencia;
dudar de las respuestas ya preparadas, dudar de nuestros pensamientos estables, seguros, inamovibles;
dudar de nuestras convicciones presumidas y “sapientes”
.
Bastaría dejar de una vez y por todas, sentirse siempre
tan buenas personas.

Dejar de sentirse victimas de los padres, de las madres, de los esposos, de las mujeres, cuando quizás somos solo victimas de la falta de poder sobre nosotros mismos.
Bastaría desenmascarar;
desenmascarar todo,
desenmascarar el amor, la risa, el llanto, el corazón, el cerebro: desenmascarar nuestra falsa consciencia individual.
¡Ya! Acá y ahora.

Si, bastaría poquísimo... no es tan difícil al final;
bastaría dejar de lloriquear, de criticar, de afirmar, de hinchar por los equipos de fútbol... y de leer los diarios.
Estar seguros solo de lo que vivimos directamente.
Darse cuenta de que hasta el hombre más mediocre se vuelve genial si mira el mundo con sus ojos.
Bastaría desenmascarar cualquier falsa participación, dejar de creer que el único objetivo es el mejoramiento de nuestras condiciones económicas.
Porque la verdadera apuesta es nuestra vida.
Bastaría dejar de sentirse victimas del dinero, del destino, del trabajo, y hasta de la política porque también los malos gobiernos son la consecuencia natural de la estupidez de los hombres.
Bastaría oponerse a la idea de pisotear los de más pero también a la falsa igualdad.
Desenmascarar nuestras presuntas seguridades, desenmascarar nuestra falsa consciencia social.
Ya, acá y ahora.

Bastaría poquísimo.
Bastaría entender que un hombre no puede ser realmente vital si no se siente parte de algo.
Bastaría dejar de creer de poder salvar el mundo con la visión de la así dicha “solidariedad”.
Darse cuenta de que el crecimiento del mercado puede que sea indispensable a nuestra supervivencia pero que su imparable expansión nos hace cada vez más egoístas y más vulgares.
Bastaría abandonar la idea de cualquier fácil solución pero también

nuestro apasionado pesimismo

y encontrar por fin la audacia de vivir el futuro con alegría.
Porque el empujón utópico nuca es ni dolido ni lloroso.

El empujón utópico es acá y ahora.



Yo, como hombre
Yo, veo el mundo
Como un desierto de antiguas ruinas

Yo, veo un hombre
que toca el fondo
Pero quizás a lo malo no hay limite

Porque no hay nadie
que la de sentido
a las cosas más simples y verdaderas,
a la vida
de cada día,
a la urgencia de un mundo mejor.

Yo veo un hombre
solo y perdido
como cegado por miedos ilusorios

Pero la vida no muere
en las guerras
en las aguas contaminadas del mar
y los temores
también precisos
son pretextos para no enfrentar
la falta
de una verdadera conciencia
que es la única razón
del fin
de cualquier civilización.



Giorgio Gaber


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