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¡ATENCIÓN!
Si lees algo y lo vas a leer hasta el final y/o si te sirvió de algo una vez leído lo que escribí, o transcribí, o traduje (para bien o para mal)
sería muy bueno si dejaras tu huella entre los comentarios... aun que sea nada más que tu nombre, tu país de origen y/o posiblemente una página que tengas (ya sea blog, flickr, fotolog etc..). Todo lo de más (como opiniones, especificación de "para que me sirvió esto" y de más detalles que creas relevantes) será bienvenido, pero con lo antedicho yo ya me conformo. Muchas Gracias! (:
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viernes, 18 de enero de 2008

Volarán los elefantes



Caerán los pájaros del cielo


Se pondrá el sol a oriente

El agua caliente será sólida

Liquido será el fierro frío

Las personas empezarán a entenderse

Florecerán los desiertos

Se alinearán los planteas

Los mendigos andarán por las calles repartiendo moneditas

Se apagarán las teles

No existirán enfermedades

Cada quien tendrá el valor de ser si mismo

Todo será gratis

Los animales hablarán

No habrá leyes, no harán falta

No habrá fronteras

Viajar será un derecho

Será un día 31 de Febrero

Los buses llegaran a horario

Los gatos perderán su altivez

Los perros su temor

El hombre aprenderá a hacer fotosíntesis y vivir del sol

Un coro de ballenas debutará en el teatro Colón

Volverán los dinosaurios

Dormir dejará de ser necesario

Habrá tiempo para todo

Se dejará de creer que fingir que no existen diferencias quiere decir “no discriminar”

Morir será una elección

Ganará el quiero la guerra del puedo*

ser valiente no saldrá tan caro*

ser cobarde no valdrá la pena*

Todo será azul

Habrá tres lunas más

Y entonces, quizás,
con un poco de suerte,
en algún momento nos encontraremos.



:P



miércoles, 9 de enero de 2008

Una Nueva Conciencia


Yo, como hombre

Yo, veo el mundo
Como un desierto de antiguas ruinas

Yo, veo a un hombre
que toca el fondo
Pero quizás a lo malo nunca hay límite

Por mientras la vida no se rinde
y la gente está muy ocupada:
Muchos compromisos,
muchas historias
con la inútil idea de colmar
la falta
de una nueva consciencia
de una verdadera consciencia.


Es como si debiéramos llenar un vacío profundo... entonces le ponemos adentro:
Restitos de catolicísimo, pedacitos de social, trozos de viejos ideales, un poco de antirracismo y algunos arbolcitos por acá
y por allá...



La decadencia que vivimos
es un malestar que nos toma de a poco;
es una especie de ausencia que cuenta con una pausa obligada:
es la historia que medita...
pero es como si se hubiese dormido.

Estamos vivos
a pesar de que no lo parezcamos
Como hombres al mínimo histórico
de consciencia.

Como hombres al mínimo histórico de consciencia.


Es como si la vieja moral no nos bastara más.
A cambio, se está difundiendo una nueva
que consiste en tomar en consideración más que nada los deberes de los de más... hacia nosotros.
Puede parecer raro pero se está volviendo fuertemente moral todo lo que nos conviene... ¡Muy buen negocio!



La decadencia
que padecemos
es un tobogán,
que baja lentamente.
Es una nueva experiencia
que te quita cualquier entusiasmo
y a lo largo modifica
tu metabolismo.

Estamos acá quietos
a pesar de la grave emergencia
como hombres al mínimo histórico
de consciencia

como hombres al mínimo histórico de consciencia.


Y pensar que bastaría poquísimo. Bastaría mover apenas nuestro ángulo visual.
Ver las cosas como si fuera la primera vez. Dejar a un costado todo el conformismo de que está impregnada nuestra existencia;
dudar de las respuestas ya preparadas, dudar de nuestros pensamientos estables, seguros, inamovibles;
dudar de nuestras convicciones presumidas y “sapientes”
.
Bastaría dejar de una vez y por todas, sentirse siempre
tan buenas personas.

Dejar de sentirse victimas de los padres, de las madres, de los esposos, de las mujeres, cuando quizás somos solo victimas de la falta de poder sobre nosotros mismos.
Bastaría desenmascarar;
desenmascarar todo,
desenmascarar el amor, la risa, el llanto, el corazón, el cerebro: desenmascarar nuestra falsa consciencia individual.
¡Ya! Acá y ahora.

Si, bastaría poquísimo... no es tan difícil al final;
bastaría dejar de lloriquear, de criticar, de afirmar, de hinchar por los equipos de fútbol... y de leer los diarios.
Estar seguros solo de lo que vivimos directamente.
Darse cuenta de que hasta el hombre más mediocre se vuelve genial si mira el mundo con sus ojos.
Bastaría desenmascarar cualquier falsa participación, dejar de creer que el único objetivo es el mejoramiento de nuestras condiciones económicas.
Porque la verdadera apuesta es nuestra vida.
Bastaría dejar de sentirse victimas del dinero, del destino, del trabajo, y hasta de la política porque también los malos gobiernos son la consecuencia natural de la estupidez de los hombres.
Bastaría oponerse a la idea de pisotear los de más pero también a la falsa igualdad.
Desenmascarar nuestras presuntas seguridades, desenmascarar nuestra falsa consciencia social.
Ya, acá y ahora.

Bastaría poquísimo.
Bastaría entender que un hombre no puede ser realmente vital si no se siente parte de algo.
Bastaría dejar de creer de poder salvar el mundo con la visión de la así dicha “solidariedad”.
Darse cuenta de que el crecimiento del mercado puede que sea indispensable a nuestra supervivencia pero que su imparable expansión nos hace cada vez más egoístas y más vulgares.
Bastaría abandonar la idea de cualquier fácil solución pero también

nuestro apasionado pesimismo

y encontrar por fin la audacia de vivir el futuro con alegría.
Porque el empujón utópico nuca es ni dolido ni lloroso.

El empujón utópico es acá y ahora.



Yo, como hombre
Yo, veo el mundo
Como un desierto de antiguas ruinas

Yo, veo un hombre
que toca el fondo
Pero quizás a lo malo no hay limite

Porque no hay nadie
que la de sentido
a las cosas más simples y verdaderas,
a la vida
de cada día,
a la urgencia de un mundo mejor.

Yo veo un hombre
solo y perdido
como cegado por miedos ilusorios

Pero la vida no muere
en las guerras
en las aguas contaminadas del mar
y los temores
también precisos
son pretextos para no enfrentar
la falta
de una verdadera conciencia
que es la única razón
del fin
de cualquier civilización.



Giorgio Gaber


martes, 8 de enero de 2008

La Bolsa de Basura

La bolsa de basura






















Iba saliendo de casa el otro día pero volví para buscar una bolsa de basura que tenía preparada desde hacía días para un caso así: o sea un caso en que tuviera que pasar por donde está el tacho que se alimenta de las bolsas producidas y envasadas en cada uno de los apartamentos de edificio.
Mi plan era sencillo pero cuando me encontraba a pocos metros del tacho detecté la proximidad de un agente perturbador; un elemento desestabilizador de la posible calma que acompañaba el automático, necesario, comprensible, habitual, justificado, CIVICO acto de tirar la basura:
Se trataba de un individuo que arrodillado junto al tacho extraía de allí restos de alimentos los cuales clasificaba y separaba, en distintas bolsas que traía, según el contenido proteínico, el tenor graso o el nivel de adición vitamínica que tuvieran. Para esto no se servía de ningún instrumental técnico a excepción de una protuberancia que el llevaba incorporada a la cara y con que medía, con precisión asombrosa, el índice de putrefacción operando en cada residuo alimentario ya que entre dos mitades de cáscara de naranja aparentemente iguales el individuo descartaba una y se quedaba con la otra... y no porque estuviese, como se dice, en condiciones de tirar manteca al techo.

Yo empecé a vacilar...

Luego seguí haciéndolo.

No podía tirar la bolsa en el tacho porque la cabeza y las manos del perturbacionista obstruían la entrada y no estaba seguro de si podía ser pertinente utilizar la formula de cortesía: “Con permiso”.

En cuanto a dejar la bolsa en la calle a cierta distancia eso sí parecía grosero siendo como era tan evidente que el individuo iría a recogerla... pero dársela a él en las manos no dejaba de constituir para mí una ofensa (dado el contenido repugnante de la bolsa); en cuanto si para él ese acto podía resultar ofensivo, o no, era algo difícil de prever: más allá de sus intenciones de apropiarse de la bolsa podía contar con una dosis de orgullo que lo hiciera fingir que solo estaba buscando... un aro que se le hubiera caído.

Otra posibilidad que consideré fue dejar la bolsa junto al individuo pero abierta (como demostración de amabilidad...) dando a entender que no ignoraba sus intenciones de revisarla.

Pero todos estos pensamientos pasaron con mucha rapidez por mi cabeza.
Vencido por la ambigüedad contenida en el acto de darle a alguien algo que es una porquería (siendo que este alguien tiene de toda forma mucho interés en recibirla), pensé en otro tipo de salida: por ejemplo darle al tipo una limosna. Sin embargo el análisis de esta posibilidad me reveló que eso no me iba a librar del dilema de que hacer con la bolsa porque, sea cual fuera la magnitud de la limosna, era evidente que nunca iba a bastar para consolidar en el otro una posición económica suficientemente holgada como para abandonar el hábito de hurgar en los tachos de basura.

Empecé a retroceder...

Mientras lo hacía seguí examinando otras posibles maneras de deshacerme de la bolsa: consideré no dejar la bolsa si no solo su contenido vaciándolo en las manos del individuo. También pensé en dejar a la bolsa cerrada y decirle: “Mire, le dejo esto y se que usted lo va a abrir; no me gusta la idea pero se que es lo único que usted puede hacer para vivir. Yo quisiera ayudarla pero no puedo porque tengo que ir a pagaar la taaaargeeetaaa...” y no se que otra cosa más.
Después pensé en vaciar la bolsa en el tacho del edificio vecino pero volver y tirar la bolsa vacía en el otro tacho mostrando mi voluntad de evitar entregarle basura al tipo pero mostrando al mismo tiempo también que no era mi intención hacerle un desaire ni fingir que no lo había visto ni que lo había visto pero que no quería roses con él.

Pero ninguna de estas opciones me satisfizo; seguí retrocediendo hasta entrar de nuevo en el edificio; subí las escaleras y sacando las llaves de mi apartamento conseguí, después de unos minutos de esfuerzo, abrir la cerradura permaneciendo de espaldas a la puerta. Así entré y seguí retrocediendo hasta que me di contra la ventana que estaba abierta.
Supe detenerme en ese momento y me quedé ahí quieto como un muñeco a cuerda detenido en su marcha por algún obstáculo siempre de espaldas a la ventana con la bolsa de basura en la mano...
Y así pasé un rato hasta que de pronto oí que desde abajo el tipo me gritaba:

“Che loco, aun que sea tirámela por la ventana!!”




Leo Masliah

(que, por si algunos no saben, no soy yo)

miércoles, 2 de enero de 2008

Año Nuevo en Valparaíso

Capodanno 2008, Año Nuevo



















23:58 de la noche del 31 de Diciembre:

Las luces del puerto se a apagan de a poco mientras en el aire ya se empieza a oler el perfume a magia; cuando ya faltan nada más que treinta segundos a la medianoche el mar cae en la oscuridad más total y lo único que se puede observar son centenares de lucecitas rojas y verdes flotando en la nada... y luego

10,

9,

8,

7,

6,

5,

4,

3,

2,

1...

..y entre uvas y abrazos resuenan lejanas y profundas las sirenas de los barcos que llegan como un murmullo marino que de a poco se impone sobre los festejos y los festejantes que al rato enmudecen para observar ansiosos y maravillados una luz roja que lentamente se eleva sobre las cabezas de todos y con la misma tranquilidad con que subió vuelve bajar para morir sumergiéndose en el agua.

Silenciosos momentos de una ahogada oscuridad cargada de alegría acompañan ese instante eterno.

Y el cielo se enciende por veinte sorprendentes minutos durante los cuales un espectáculo sobrenatural incendia la bahía entre Valparaíso y Con Con esparciendo estruendos y explosiones de colores.
Cada tanto una pausa, un respiro antes de poder seguir iluminando los ojos de la gente hipnotizada, las lagrimas de algunos niños asustados, los rostros de adolescentes seducidos, los escondites de cuanto perro y gato ande escapándose de las calles aturdidas. Y vuelven a encenderse las llamas sobre los techos de las casas aferradas a esos cerros que bien no se entiende si están a punto de tirarse a la mar o es de allí van saliendo.

Al minuto veintiuno la frecuencia de las explosiones crece, el ruido se eleva, el cielo se vuelve blanco... se hace de día entre un ametrallante seguidilla de candidos estallidos, uno tras otro, siempre más rápido, decenas de luces blancas, de tras del humo, siempre más rápido, entre nubes artificiales, siempre más rápido, absolutamente irreal, siempre más luz, siempre más rápido, se vuelve un trueno constante, hasta que BAM!

Y cae el silencio



Aplausos


Bienvenido 2008

vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv

¡ATENCIÓN!

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